TERMINAL BAHIA BLANCA

TERMINAL BAHIA BLANCA

viernes, 9 de enero de 2009

Un negocio de tres millones por año con fuerte impacto ecológico

Vecinos y organizaciones ambientalistas de Pinamar apuntan sus denuncias contra los jefes políticos que tienen corralones.

La misma arena que en verano quema los pies de miles de turistas, está siendo robada sistemáticamente cada año en Pinamar para ser revendida por corralones de la ciudad balnearia. Empresas que pertenecen a hombres que gobernaron y gobiernan esta parte de la costa argentina.

Así lo denuncian vecinos, constructores y organizaciones ecológicas de la zona. Señalan que el ex intendente, Blas Altieri, y el actual jefe comunal, Rafael De Vito, ambos dueños de firmas proveedoras de materiales para la construcción, están detrás de un negocio que recauda casi tres millones de pesos anuales, a costa del medio ambiente y evadiendo todo tipo de normas impositivas y legales.

Amalia Altieri, nacida y criada en Pinamar, denunció en varias ocasiones a su propio primo –de quien está distanciada– y presentó pruebas en la Justicia de cómo funciona el robo de arena: “Es una maniobra millonaria y gigantesca. Consiste en la extracción indiscriminada del recurso tanto de las playas como del casco urbano. Hay ordenanzas que lo prohíben. Pero esta gente no cuenta con autorización. Para sacar arena hay que tener permisos de geología, es una operación minera, y ninguno de ellos los tiene. Se la llevan en camiones: de día, de noche, en todo horario, y después la venden. El metro está cuarenta pesos, unos 300 pesos el camión de arena”.

La mujer dice que los responsables del robo son quienes cuentan con los medios para hacerlo –palas mecánicas, camiones–, o sea: los corraloneros. “Corralón tienen Blas Altieri; el actual intendente, Rafael De Vito, y Pericles Calegari, un ex concejal dueño de otra empresa de materiales.”

El constructor Pablo Zucarret apuntala los dichos de la mujer. “Han vaciado manzanas enteras. Desde que Pinamar es gobernado por los corraloneros Altieri y De Vito, se han llevado varios miles de metros de arena, provocando un aumento del proceso erosivo de la costa”, explica.

Los denunciantes dicen que el daño que se le hace al frente costero es lo más terrible de la historia. Un paseo por la transitada avenida del Mar, que encadena a lo largo de varios kilómetros la mayoría de los balnearios de la ciudad, alcanza para medir las consecuencias. Varios complejos prácticamente no tienen playa. Debido a las constantes remociones, el agua marina avanzó devorando un metro tras otro. Ésas son las consecuencias hidrológicas del robo de arena. Las otras, son económicas.

La ordenanza 2.571, promulgada por el Concejo Deliberante local en 2000, prohíbe todo cambio altimétrico y cualquier traslado de arena fuera de la jurisdicción. Sin embargo, los denunciantes aseguran haber visto cómo una pala mecánica levantaba literalmente un médano y lo depositaba en el predio de un corralón del otro lado de la ruta 11, ya en el partido colindante de General Madariaga. “Si entrás a la cementera que De Vito tiene del lado de Madariaga, vas a ver arena, eso es un delito federal”, explica la denunciante.

Otra denuncia señala que los responsables de una construcción sobre la avenida Libertador solicitaron en su momento autorización para una extracción de arena de cuatro mil metros cúbicos. Lo consiguieron, pero se pasaron del límite. Según consta en el expediente municipal número 4.123-2.550, del 13 de noviembre de 2007, radicado en la Dirección de Ecología de la Comuna, la extracción fue de casi 30 mil metros cúbicos. ¿Qué pasó con esa arena? “Fue sacada del partido de Pinamar –dice la mujer– hacia un corralón privado para ser revendida luego en nuestro partido.” Y agrega: “Yo lo encaré al señor De Vito para decirle que o me paraba los camiones de arena que salen a cada rato de Pinamar o le hacía un piquete en la ruta”, cuenta Amalia. “Era todo tan evidente, que dejaron de operar. Sin embargo, esa arena se la llevaron, no la devolvieron y no hubo multa: te digo, De Vito debería explicar qué pasa porque muchas denuncias hablan de él”.

Para extraer y vender arena deben conseguirse autorizaciones provinciales y nacionales, incluidas certificaciones de la Secretaría de Minería. Sin embargo, la arenera Etiar, fundada años atrás en Pinamar, luego de cumplir con todos los requisitos legales, debió cerrar porque no logró vender un solo metro cúbico. La competencia corría con ventaja. Uno de sus propietarios denunció en el Municipio que veía pasar los camiones llenos de arena que se llevaban de la costa y que nadie hacía nada. Otro de sus fundadores está del otro lado de la línea y pide reserva de identidad porque el tema, dice, es complicado. “Nosotros fuimos a La Plata, pagamos todo debidamente, pedimos permisos, autorizamos una cantera en un campo privado y quisimos venderla como corresponde, pesándola en balanzas especiales y presentando las facturas correspondientes. Pero se hacía imposible competir con tipos que iban con camiones a cualquier playa o cualquier lugar de Pinamar, los cargaban y la vendían a cero costo. Es como si quisieras vender agua y metés una manguera en el mar y la vendés: todo ganancia.”

–¿Y quiénes eran los que hacían eso?

–Altieri, De Vito, todos los que tienen corralones en Pinamar. Por cada camión que vendíamos nosotros, ellos sacaban cuarenta a mejor precio. Y además había aprietes y amenazas. Vendí mi parte y me fui. Finalmente, mi socio tuvo que cerrar.

Jenifer Pezzo, presidente de la Fundación Ecológica Pinamar, que también hizo denuncias al respecto, cuenta: “Varias veces pedimos explicaciones a la municipalidad, pero ellos nos dicen que no se llevan la arena, sino que remueven para ordenar. Bajo ese pretexto, encubren el robo. Y si no la devuelven y se la llevan te dicen que es porque está sucia y no sirve. Entonces la arena desaparece, suponemos, que para ser revendida luego como material de construcción”.

La ecuación es simple. El recurso, natural, y fiscal, está al alcance de quien tenga los medios para sacarlo. Por eso, los miembros de la Fundación Ecológica Pinamar reclaman desde hace varios años la creación de una policía minera especializada, además, en delitos ambientales. Pero no tienen suerte. Sus denuncias no llegan a ninguna parte. El rumor del mar, al parecer, lo tapa todo.

La respuesta oficial

Consultado sobre las denuncias de los vecinos, Ernesto Ferri, vocero del intendente Rafael De Vito, de viaje por Buenos Aires, respondió a Crítica de la Argentina que el robo de arena era muy común en la gestión anterior, la de Blas Altieri, pero que ellos, al contrario de lo que se dice, se han encargado de combatir este tipo de delito y, además, de proteger el frente marítimo. “En su momento, la gente acusó a De Vito por esto del robo de arena, pero tengo entendido que él mostró los comprobantes y remitos y pudo explicar de dónde sacaba la arena que vendía su corralón”, dijo el vocero.

“Durante el gobierno de Altieri fue muy común, porque no había control y es cierto, muchos camiones salían con arena y la verdad es que no se sabía adónde iba a parar esa arena. Pero, en nuestro caso, se han aplicado muchísimas multas a quienes cargan arena injustificadamente. También ocurre que muchos vecinos con frente costero serruchan el médano para tener mejor vista. Te repito: no te puedo decir adónde va a parar esa arena, pero esta gestión se encarga de multar a quienes lo hacen, eso te lo aseguro.”

El boom y la bolsa

Con el auge de las inversiones turísticas, en los últimos cuatro años Pinamar fue escenario de un boom de la construcción que representó un negocio altamente rentable para las empresas proveedoras de materiales. En el partido, que incluye las localidades de Ostende, Valeria del Mar y Cariló, se construyen hasta 150 mil metros cuadrados por año. Esto equivale a unas mil conexiones de luz nuevas cada 365 días. En proporción, cada metro cuadrado construido lleva un treinta por ciento de arena. Una bolsa de arena se vende actualmente en 40 pesos.

No hay comentarios: