TERMINAL BAHIA BLANCA

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martes, 25 de octubre de 2011

Chatarra espacial en la mira

A raíz de de los reingresos descontrolados y de los “choques espaciales” de objetos lanzados por el hombre, cobra relevancia a nivel mundial el estudio de los desechos espaciales. Una investigadora de la UNC monitorea los satélites que reingresan a la superficie terrestre, lo que se llama “chatarra espacial” y elaboró un modelo matemático para realizar pronósticos de los objetos que pueden volver a la Tierra. Argentina tiene el “récord” de ser uno de los países donde mayor cantidad de casos de reingreso de chatarra espacial se ha registrado.
Desde el lanzamiento del pionero satélite ruso Sputnik en 1957 hasta la actualidad, más de 35 mil objetos artificiales han sido registrados en las órbitas de la Tierra. Muchos reingresaron a la superficie, pero otros quedaron inactivos dando vueltas alrededor del planeta. Es lo que se conoce como “chatarra espacial”: restos de satélites o cohetes que no tienen ninguna utilidad. Los desechos espaciales comenzaron a convertirse en un problema, tanto para la Tierra -por los reingresos descontrolados- como para más allá de la atmósfera.

En la Argentina hay sólo una persona que se dedica al seguimiento exhaustivo de la chatarra espacial. Y está en el departamento de Aeronáutica de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC. Se llama Walkiria Schulz y, a pesar de poseer un nombre de origen alemán, nació y se crió en Brasil. Estudió Astronomía y se doctoró en el Instituto Nacional de Actividades Espaciales del Brasil. Luego se casó con un astrónomo de la UNC, lo que la impulsó a seguir su carrera en Córdoba. En esta entrevista con InfoUniversidades destaca los aspectos más importantes de su investigación sobre la chatarra espacial.

-¿Qué es la basura o la chatarra espacial?
-Todos los objetos que no están activos en las órbitas terrestres. Pueden ser satélites, o pedazos de ellos, resultados de explosiones, hasta basura dejada por un astronauta. En la actualidad, cerca de 10 mil objetos constituyen lo que se conoce como “chatarra espacial”. Los desechos espaciales ocupan cada vez más espacio entre los objetos que orbitan la Tierra.

-Usted se ocupa de monitorear estos objetos, ¿cuáles son los que vigila?
-Me ocupo de todos los objetos que tiene al menos una parte de su órbita en los límites de la atmósfera. No son tantos. Son los que tienen posibilidades de reingresar a la superficie terrestre. Es decir, los que entran en la atmósfera son los que yo filtro, porque los que no tienen contacto con la atmósfera no van a decaer. Cualquier objeto que no esté controlado. La mayoría es chatarra. Luego pronostico sus posibilidades de reingreso a la atmósfera.

-¿A través de qué medio pueden monitorearse los objetos que circulan en el espacio?
-Hay una red mundial de observación de objetos que están en órbitas, sean activos o no. Se llama Space-Track, pertenece al departamento de Defensa Estadounidense, y la administra la Fuerza Aérea de ese país. Se alimenta de la información de observatorios que monitorean los objetos a través de radares. Identifican las órbitas de los objetos, no al objeto en sí. Esta red compila todos los datos y los divulga en su sitio web (www.space-track.org). Nosotros tenemos acceso a ese listado, que es actualizado todos los días. Esto se debe a que los objetos pueden cambiar de órbita porque sufren perturbaciones por la propia acción gravitatoria de la Tierra, o por la presencia de la Luna, incluso en algunos tramos de la órbita, el Sol puede perturbarlos. Todas estas perturbaciones hacen que las órbitas de los objetos dibujen una elipsis imperfecta.

-Usted accede a esos datos, ¿pero cómo realiza los pronósticos?
-Lo hago con un programa básico, que llamamos “MonitOR” (Monitoreo de Objetos en Reentrada). Pero tiene limitaciones importantes porque yo creé un modelo matemático para calcular los pronósticos. Las limitaciones vienen por el hecho de que este modelo presupone las características de las órbitas, su nivel de excentricidad (su nivel de alejamiento de un círculo perfecto). Sólo calcula las órbitas que son menos excéntricas que 0,15. Es un filtro válido, pero no es el ideal, porque pronostica sólo los objetos que reingresen con esa excentricidad orbital. Ahora estoy trabajando con un alumno que elabora un modelo que no tenga esta limitación. Nos servirá para considerar objetos que hoy no estoy considerando.

-¿Qué condiciones deben darse para que el objeto reingrese?
-En principio, la órbita del objeto debe ser lo suficientemente baja. Los 100 kilómetros de altitud es considerado como el indicativo de reentrada inmediata. En el reingreso influyen sus características aerodinámicas, su masa, la distancia, a la velocidad a la que viene. Todo ello va a explicar si el objeto va a alcanzar la superficie o no. Hay que tener en cuenta que el efecto de la fricción atmosférica es una fuerza muy pesada sobre el objeto. La mayoría se desintegra en la atmósfera.

-¿Qué cantidad de chatarra espacial reingresa a la superficie terrestre?
-Anualmente, yo pronosticaba centenas de reingresos, de una población de más de treinta mil. Los casos preocupantes son pocos. Se los separa en dos grupos: los peligrosos, que tienen posibilidades de llegar hasta la superficie terrestre, y los que no van a llegar, porque explotan antes. Llegué a hacer los pronósticos tres o cuatro veces por semana. Se hacen hasta con siete días de antelación, para que sean más precisos. Puedo decir que va a caer algo en más de siete días, pero el margen de error es más grande. Yo pronostico cuándo va a caer, no en dónde. Esto es otro problema, para lo que hace falta saber la forma exacta del objeto, la distribución de masa interna, saber la trayectoria con la cual ingresa el objeto, etcétera.

Basura espacial

-En la Argentina ha habido varios casos de caída de chatarra espacial …
-Sí. Los que recuerdo ahora, fue una tercera etapa de un cohete Delta de origen norteamericano que cayó en la provincia de Corrientes. Es muy común que la basura espacial sea una última etapa de un cohete. Hace algunos años también hubo un reingreso de un Skaylab hecho pedazos en la localidad de Capitán Bermúdez, en la provincia de Buenos Aires. La gente de la población vio una “lluvia de partículas”, como meteoritos. Pero cayeron en el campo, no en la ciudad.

[Además de los que menciona Schulz, hubo varios casos en la Argentina. Uno que cobró trascendencia por la magnitud del objeto que llovió del cielo, fue la caída de la estación espacial rusa Salyut 7, el 9 de febrero de 1991. Las partes más grandes impactaron en Santa Fe y Entre Ríos].

-No ha habido casos graves, pero hay posibilidades de que ocurran reingresos de gravedad en la superficie…
-Las probabilidades no son ni altas ni nulas. Un objeto que no es controlado puede caer en cualquier lado, aunque lo más probable es que lo haga en el agua, por la simple razón de que la tierra está conformada mayormente por agua. Hasta ahora no han ocurrido casos de gravedad.

-Fuera de la atmósfera ¿la chatarra espacial también se considera un problema?
-Sí. Hace más o menos diez años que las agencias espaciales comenzaron a preocuparse por la basura espacial. Increíblemente, hasta hubo choques en el espacio entre satélites. Accidentes espaciales. En una ocasión una antena de un satélite francés fue impactada por chatarra, y no pudo transmitir más. Lo más irónico fue que eran restos de un cohete… francés. Es decir, la basura eliminó una misión espacial, con todo lo que ello implica.

-¿Quién demanda la información de sus pronósticos?
-En principio fue una demanda de la CONAE. Cuando yo trabajé allí los pronósticos eran publicados en la página web. Luego, me radiqué en la UNC, y empecé a publicarlos en la página del departamento de Aeronáutica. Es como un pronóstico del clima. Al menos que ocurra algún desastre, como que caiga un satélite del cielo, la demanda es del sector académico.

Han surgido grupos que investigan qué hacer con esta basura, hasta se hacen congresos. Hay órbitas que están más densamente pobladas de satélites, como las que se encuentran a una altitud de 700 kilómetros. Otras, como las de la constelación GPS, mucho más altas, a 20 mil kilómetros también son muy importantes y demandan atención. Antes nadie se preocupaba sobre qué hacer con los objetos espaciales, ahora esto está cambiando. Los desechos espaciales han sido reconocidos como un problema potencial. A pesar de que la actual población de desechos puede no representar un peligro inmediato y excesivo, el riesgo de colisión crece de manera continua.

Walkiria Schulz comenzó a trabajar para la CONAE, en la especialidad de tecnologías espaciales. Ingresó al Conicet y luego al departamento de Aeronáutica de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFyN). En la Argentina continuó estudiando lo que había empezado en Brasil: la chatarra espacial en situación de reingreso a la Tierra.
Infouniversidades
Andrés Fernández
comunicacion@rectorado.unc.edu.ar
Lucas Gianre
Prosecretaría de Comunicación Institucional
Universidad Nacional de Córdoba


El impacto de la deforestación en la Región del Gran Chaco

La deforestación de los bosques nativos a causa del avance de la sojización de los campos impactará de manera progresiva en distintas variables climáticas de la Región del Gran Chaco. A esa conclusión arribó un estudio que empleó modelos climáticos para analizar la relación suelo-atmósfera y simuló el estado ideal de los suelos de la región, sin deforestar, y el estado sometido al avance de la agricultura.

La sojización de los campos y la intensa actividad ganadera que se produce en la región del Gran Chaco han provocado la deforestación de la zona. Como consecuencia, se produjeron modificaciones en los valores de las precipitaciones. Un equipo del Grupo de Investigación de Ciencias Atmosféricas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura analiza estos cambios a partir del estudio de la relación suelo - atmósfera mediante simulaciones con modelos climáticos.

Los resultados de la investigación fueron presentados recientemente en el Congreso Internacional de la American Geophisical Union y una de las conclusiones más importantes es la gran sensibilidad que se observó en las variables climáticas al uso del suelo. Para llevar adelante el análisis se emplearon simulaciones de modelos climáticos. La utilización de estos modelos de simulación permite analizar distintos escenarios posibles, obtener respuestas y extrapolarlas, para finalmente trasladar esas conclusiones a la realidad y comprobar su cumplimiento.
De acuerdo a lo expresado por el doctor Manuel Pulido, director del grupo de investigadores, la trascendencia de las conclusiones se debe a que si bien “está muy estudiada la deforestación del Amazonas y sus consecuencias por ser considerado un pulmón para el planeta, pocos estudios se han dedicado a la región subtropical del gran Chaco, de donde no se conoce la respuesta climática en relación al desmonte de la región”.

La región del Gran Chaco estudiada abarca parte de la República del Paraguay, Formosa, Chaco hasta el centro de la provincia de Santa Fe. Hacia el oeste se extiende hasta Uruguay; Entre Ríos, Corrientes, y el sur de Brasil. Se tomó esa región como objeto de estudio porque es donde se ha producido una importante intensificación de la agricultura en los últimos años.

Desmonte

“En principio queremos medir las variaciones en el clima regional producto del desmonte que se está realizando por el avance de la frontera agropecuaria” señaló a InfoUniversidades Patricia Blatter becaria de Conicet e integrante del grupo de investigación. La deforestación está generando efectos climáticos notables. “A pesar de que estamos trabajando aún con casos idealizados, hay evidencia contundente de estos procesos”, expresó el doctor Juan Ruiz, otro de los miembros del grupo.

Para poder realizar este estudio se eligieron dos casos (de manera simulada) y en cada uno de ellos se modificó el uso de suelo actual de la región de estudio. En uno de los casos se cubrió el suelo de la región con pasto, de esta manera se pretendió simular el escenario extremo en el cual toda la región del Gran Chaco esté destinada a la producción agrícola y a la agricultura. En el siguiente caso, el suelo estuvo cubierto por bosques, representando así la composición original de la región. Esto simula el escenario extremo de hace 200 años, en el cual no hubo ningún tipo de deforestación.

Los resultados muestran que la precipitación simulada para el primer caso fue menor que la precipitación simulada para el caso del bosque. Además, se observaron modificaciones en los flujos de los vientos. Para el caso bosque, los vientos penetraron más al sur, más al interior de la región del Gran Chaco, si se lo compara con el caso pastura. Los investigadores encontraron respuestas dipolares en las precipitaciones, es decir, intensas lluvias en determinadas regiones y disminución en otras. Principalmente en la zona de Misiones se observó que las precipitaciones eran mayores para el caso pasturas, que para el caso bosque.

Por su parte, las temperaturas estuvieron también ligadas con las modificaciones que se introdujeron. Para el caso bosque hubo una disminución de la temperatura, en cambio, para el caso pastura, la temperatura fue mayor.

Modelo Climático

Para el estudio se utilizó un modelo que básicamente permite simular el comportamiento de la atmósfera. Un programa de computadora que resuelve ecuaciones, y simula como será el comportamiento de la atmósfera en una región determinada.

Entre las distintas situaciones que tiene el modelo en cuenta para poder representar el comportamiento de la atmósfera, se halla el uso que se hace de la superficie, precisamente, cómo interactúa la atmósfera con lo que hay en la superficie. Hay flujos de vapor, evaporación de agua desde la superficie hacia la atmósfera, flujos de calor desde la superficie a la atmósfera y viceversa. Entonces el uso que se haga de la superficie evidentemente afectará lo que suceda en la atmósfera.

En la actualidad estos modelos son muy precisos y la distribución de suelo que presentan está en función de mediciones satelitales. De esta manera se permite ver la distribución de la vegetación, y en base a eso se realizan los pronósticos y las simulaciones.

JuanInfouniversidades
Monzón Gramajo
monzongramajo@hotmail.com
Juan Monzón Gramajo
Departamento de Comunicación Institucional
Universidad Nacional del Nordeste

Agroecosistemas, una de las causas del deterioro ambiental

Los ecosistemas agrícolas están sometidos a los cambios continuos de sus componentes en pos de mejorar la producción. El avance de estos agroecosistemas produce efectos letales en anfibios, especies que por su sensibilidad funcionan como bioindicadoras del estado del ecosistema. Un estudio de la biodiversidad de ranas y sapos demostró el alto grado de deterioro ambiental en la región central de la provincia de Córdoba.

Los efectos letales provocados en diversas especies de anuros refleja un alarmante grado de deterioro ambiental en la provincia de Córdoba, así lo demostró un estudio realizado por la doctora Clarisa Bionda que tuvo como objetivo analizar la dinámica de los ensambles y la demografía de las poblaciones de anfibios asociadas a agroecosistemas de la región central de la provincia. “A través de este estudio buscamos evaluar de qué manera los agroecosistemas de Córdoba afectan a las poblaciones de anfibios”, explicó a InfoUniversidades la profesional.

Los anfibios son considerados una especie bioindicadora, es decir, son organismos que sirven para evaluar variaciones en la calidad ambiental, tanto por sus características morfofisiológicas como por sus requerimientos de hábitats acuáticos y terrestres en condiciones óptimas, por lo que son más susceptibles que otros vertebrados. Ante los cambios producidos en su entorno (contaminación, cambios de temperatura, períodos de sequía, sobrepastoreo, etc.) se pueden observar cambios directos en sus patrones de supervivencia y reproducción.

La bióloga indicó que, en los hábitats donde hay presencia de cultivos, se generan ambientes inestables para los anfibios y que las zonas donde se desarrolla la ganadería de manera intensiva son las que presentan mayor deterioro del ambiente. Al ser lugares donde se modifica el paisaje, producto de la actividad agrícola-ganadera y de las consecuencias de que no se roten los cultivos, los agroecosistemas generan ambientes inestables para los anfibios. “Esto implica que año tras año exista cada vez menor número de especies y menos cantidad, es decir, se ve afectada su demografía y habría que analizar si esto podría llevar a la extinción de las especies”, dijo Bionda.

Según la investigadora, los datos obtenidos indicaron que el deterioro ambiental producido por los agroecosistemas en la provincia de Córdoba impacta en la supervivencia de los anuros (ranas y sapos) y provoca una reducción en el tamaño de sus poblaciones. “El avance de la frontera agrícola produce efectos letales sobre los ensambles y determinadas especies de anfibios que habitan estos ambientes”, expresó Clarisa Bionda.

Estudios de este tipo contribuyen a evaluar los factores que participan en la declinación de los anfibios, ya que a nivel mundial se registran disminuciones en las poblaciones de especies en todo tipo de ecosistemas, lo cual ha sido catalogado como una de las amenazas más críticas a la biodiversidad global.

El estudio

Bionda señaló que los muestreos fueron realizados en cuatro sitios, ubicados en los alrededores de la localidad de Río Cuarto (33º 08’ S, 64º 24’ W, 434m a.s.l.). “La región se caracteriza por tener clima semiseco, con tendencia a semihúmedo de las planicies; invierno térmico de llanura y de piedemonte. Las lluvias máximas ocurren durante el período que abarca desde octubre hasta marzo, con una media anual de 784 mm”, detalló la investigadora y destacó que “los sitios presentan distintos grados de alteración, de acuerdo a la actividad agrícola-ganadera observada en cada uno de ellos”.

Los métodos utilizados para el registro de los anfibios fueron trampas de caída y relevamientos por encuentros visuales. Los muestreos ser realizaron con frecuencia semanal para la época de mayor actividad de los anuros y quincenal o mensual para la época de menor actividad (temperaturas frías). Fueron medidas en cada uno de los sitios de muestreo las variables climáticas (temperaturas, precipitación) y las de hábitat (calidad del agua, profundidad de las lagunas). A cada individuo capturado se le registró la longitud hocico-cloaca y el peso. Para las especies más representativas se midieron distintas variables en las puestas de huevos y se realizaron capturas de larvas, para registros morfométricos, patrón de crecimiento, condición corporal y dieta.

Además, para estas mismas especies, se obtuvieron frotis sanguíneos para la evaluación de la inestabilidad genética. Se realizó una descripción de los ensambles y poblaciones de anuros y se llevó a cabo el cálculo de las tasas de supervivencia por clase de edad. Con los datos de fecundidad y tasas de supervivencia se realizaron proyecciones poblacionales a 30 generaciones. En los sitios de muestreos fueron registradas cinco familias y ocho especies de anuros.
Infouniversidades
Alberto Ferreyra
prensa@rec.unrc.edu.ar
Nelson Nusbaum
Departamento de Prensa y Difusión
Universidad Nacional de Río Cuarto