TERMINAL BAHIA BLANCA

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viernes, 23 de enero de 2009

Concientizar en las escuelas

El proyecto “Por una Bahía Blanca y Verde” incluye los llamados “Puntos Verdes” que son cestos ubicados en sectores estratégicos de los barrios Villa Cerrito, Villa Don Bosco, Villa Amaducci, Villa Libre, Villa Soldati y Barrio Obrero, destinados a la recolección de residuos reciclables (papel, cartón, botellas de vidrio y plástico), que son recogidos por cartoneros que ven así facilitada su tarea.
Dentro del proyecto es de vital importancia la asistencia técnica en temas de ecología en las escuelas del sector y la concientización en los barrios de la separación de basura, puerta a puerta.

Este programa pertenece a la Asociación Civil Crecer por la Vida, ubicada en Guardia Vieja 2080. Cuenta con el apoyo de La Municipalidad de Bahía Blanca que otorga un subsidio destinada al pago de incentivos para los promotores ambientales, quienes recorren las calles del barrio informando a los vecinos acerca de la separación de basura con el fin de mejorar la calidad de vida.
Otro apoyo que recibe “Por una Bahía Blanca y Verde” es este periódico EcoDias, que colabora en la difusión de la actividad y la asistencia técnica y con materiales para las escuelas, como fue el caso de la escuela Nº 60 de Humbolt y Fournier. Este proyecto surge como un proyecto piloto, en una barriada determinada.

La tarea en las escuelas
Una de las áreas de acción del proyecto “Por una Bahía Blanca y Verde” son las escuelas del sector de la Delegación Las Villas.
La encargada de trabajar con las instituciones educativas es María de las Nieves “Marinié” Meles, licenciada en Ciencias Geológicas y Profesora de ESB.
A partir de la invitación de Crecer por la Vida, Meles inició en septiembre pasado un recorrido por las Escuelas: Primaria Básica Nº 50, 60, 46 y 73 en busca de proyectos educativos ecológicos con la idea de colaborar en los contenidos de las actividades que ya se estaban ejecutando en las mencionadas escuelas.
Además de la ayuda concreta, se promocionaron los Puntos Verdes y la concientización acerca de la separación de los residuos: “Les proponíamos e informábamos a los chicos que los podían llevar a los puntos verdes, que no sólo contribuyen al cuidado del medio ambiente sino que además colabora con la gente que se gana la vida con la venta de cartón”, comentó María de las Nieves.
“Comencé a recorrer las escuelas de la zona para ofrecer ayuda a la comunidad educativa que estuviera trabajando en proyectos ecológicos. La idea fue ayudar desde afuera, desde lo que ellos necesiten y nosotros podamos aportar. Se busca que se sepa diferenciar los residuos desde chicos, lo mismo que la conciencia y el aporte personal de cada uno para el cuidado del medio ambiente. Es importante trasmitir que es poco lo que se puede hacer desde uno para colaborar con esto, pero el tema de la separación de residuos es algo al alcance de todos y es un compromiso que cualquiera puede asumir y cumplir”.
Con todo, el trabajo fue mucho. De esos primeros meses de labor la docente pudo hacer un balance de la respuesta de los niños frente a los temas abordados: “Los más chiquitos son los que más producen el cambio de costumbres, llegan a tener una gran conciencia ecológica, el tema es que lo puedan seguir proyectando en el tiempo, que separen los residuos, que tiren los papeles donde corresponde, que usen los puntos verdes, que ya es un proceso familiar. Pero en las escuelas todos se comprometían”.

Las escuelas seleccionadas
Del recorrido por las escuelas del barrio, la Nº 50 “Miguel Cané” de Newton 3400 fue una de las que comenzó a trabajar con el proyecto.
Un grupo de 40 alumnos y alumnas sexto año -de 11, 12 y 13 años- junto a las maestras Gabriela Lamas y Luján De Mónaco llevaron adelante una campaña de recolección de pilas.
“La EPB Nº 50 tenía un proyecto de pilas tan encaminado que lo único que hicimos fue ayudarles en la difusión y el acompañamiento. Incluso tenían la colaboración de Saneamiento Ambiental de la comuna que les retiraba las pilas. Esta ayuda desde afuera fue una de las variantes que vimos durante el trabajo”.
Luego de informarse con el personal de Saneamiento Ambiental, comenzaron la campaña de recolección de pilas, que requiere de un tratamiento en el almacenaje para evitar que el mismo acopio, por voluntarioso que parezca, no sea más peligroso.
La campaña del aula pasó a la escuela, por medio de cajas ubicadas en distintos lugares del establecimiento. Pero al ver que daba resultado, se extendió por los barrios de influencia: Rosendo López, Villa Muñiz, 17 de Junio II, 12 de Octubre y El Oasis.
Incluso se ubicó una caja en la sucursal 32 de la Cooperativa Obrera de Rincón 3490. También algunos de los papás extendieron la iniciativa en sus trabajos, llevando una caja de la campaña.
Otra escuela que también estaba trabajando con las pilas fue la Escuela Primaria Básica Nº 73 de Sócrates y Misioneros que “tenían el mismo proyecto que la Escuela Nº 50, ellos querían una charla sobre contaminación de pilas. Los chicos estaban trabajando específicamente con la contaminación que se produce cuando arrojamos cosas, sobre todo pilas, pero también íbamos a hablar de otros residuos. Quedó pendiente para el año próximo, porque cuando íbamos a trabajar comenzaron los últimos días de clase y no pudimos hacerlo”.

Aroma de plantines
En la esquina de Humbolt y Fournier, la Escuela Primaria Básica Nº 60 había iniciado un proyecto de recolección de papeles y envases de PET que los cambiaron por compostado.
La tarea fue iniciativa de Mariana Alderete, maestra de quinto año, junto con los alumnos y las alumnas y Gabriela Montero, bibliotecaria de la institución.
Luego de la campaña de recolección en la escuela, se contactaron con la Ecoplanta para canjear el papel acopiado por compost orgánico producido en la planta cerrense. Pero una vez obtenido el abono, decidieron avanzar un paso más.
“Una vez que tenían el compost querían sembrar, pero no tenían las semillas y ni siquiera podían hacer una huerta porque el compost que tenían no les alcanzaba. Así fue que desde el proyecto los ayudamos con las semillas y los almácigos de plástico para que pudieran armar plantines”.
Para sembrar y llevar a cada uno de los hogares del alumnado “les conseguimos plantas aromáticas, como albahaca, perejil. Los chicos se llevaron a la casa las plantitas para plantarlas en la casa, no en la escuela porque las huertas comunitarias son complicadas, porque una vez que empiezan a dar frutos es difícil de dividir, y sino al estar maduros son saqueadas en la misma escuela y no se puede controlar”.

Teoría y práctica
Por último, la Escuela Primaria Básica Nº 46 solicitó talleres en la escuela para el primer ciclo, de 1º, 2º y 3º, “por eso la directora nos propuso trabajar con los más chiquitos, ya que el segundo ciclo -4º, 5º y 6º- ya realizaban actividades con el tema de la ecología. Esta tarea la hicimos en los tres grados de 1º, los tres de 2º y los tres de 3º. Comenzamos a trabajar con una idea de taller, jugando a que comíamos, simulando que los alfajores eran hamburguesas, y con caramelos y golosinas”.
En el desarrollo del taller, una vez que los chicos comían las golosinas, generaban una bolsa de basura. A partir de allí se los hacía notar la cantidad de basura y “yo les contaba el problema de la basura, el lugar que ocupa, lo difícil que es el tratamiento. Comparábamos que si la ciudad era el aula, la basura ocupa mucho lugar, y que si no pasara el basurero se iría llenando el lugar de basura. De allí venia la reflexión de los chicos de que tendríamos que generar menos basura”.
Luego de esto se volcaba la basura y se la separaba en reciclable o no. Se los hacía reflexionar que lo orgánico podría hacerse compost, y lo reciclable sería separado para ser reutilizado.
“También les hablamos de tirar lo orgánico en un pozo en el patio para hacerlo compost. Con todo este trabajo llegaron a ver que la basura que no se podía reciclar y no era orgánico, se reducía mucho”.
Además de la colaboración de “Por una Bahía Blanca y Verde”, esta escuela recibió un aporte extra. “El proyecto ya lo teníamos armado cuando me encuentro con Laura Torraca, profesora de Biología, que tomó unas horas de Educación Ciudadana y quiso orientarla a la cuestión ecológica y el cuidado del medio ambiente en el 2º C de la Escuela San Francisco de Asís. Trabajó todo el año con esos chicos que llegaron a la conclusión que querían compartir con otros el trabajo que habían hecho. Algunos querían una obra de teatro, otros un mural, cada grupo tenía una propuesta. Uno de los grupos se conformó para colaborar con el proyecto en la Escuela Nº 46”.
De esta manera un grupo de chicas de 13 y 14 años -Camila Alegre, Florencia Herrera, Andrea Reguera, Julieta Azpiroz y Antonella Amaya- comenzó a colaborar en los talleres que Marinié fue dictando a los pequeños de la 46.
“Cambió la dinámica del taller, ya que si bien ella seguía al mando del grupo, pero cada aula se dividía por sectores guiados de las alumnas del Colegio San Francisco. Mirábamos la basura con cada grupo, me ayudaban a repartir los alfajores, y todo se hacía más ágil y rápido. Además, los chicos tenían otra atención, porque las chicas les contaban lo que sabían, les contestaban las preguntas que podían responder”.
FUENTE: ECODIAS


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